Reconozco que mi experiencia en los mercados de valores es escasa. Empecé a interesarme seriamente hace tres años con la Crisis Financiera sabiendo que se presentaban grandes oportunidades.
En esa época las bolsas europeas habían retrocedido enormemente y empresas españolas que parecían a prueba de balas cotizaban a precios muy bajos. Pensando que lo más importante eran los gráficos, aposté por la industria española.
Al principio tuve suerte. Cuando me puse en largo con Técnicas Reunidas su cotización subió mucho en un breve espacio de tiempo, un 20 o un 30% en el espacio de meses. Este éxito me hizo ser más agresivo y busqué empresas que yo creía parecidas, Repsol y Abengoa. Con la primera, acerté. Con la segunda un desastre.
Poco más tarde de haber comprado Abengoa su cotización empezó a caer, y la empresa daba malas señales. Empezaría a cotizar en EE.UU. para tener más financiación, partición de sus acciones,... Así que me puse a investigar sus libros contables. Cosa que debería haber hecho antes, pero ya ves, uno es como es.
Lo que vi me asustó. Aunque la facturación aumentaba, su deuda se disparaba a niveles estratosféricos. En ese momento, ya tenía una pérdida de un 10% y no sabía que hacer. Al final, y bendido sea ese momento, me armé de valor y vendí asumiendo esa pérdida.
A partir de ese día, cada vez que leía algo de Abengoa pensaba en un muerto viviente que está esperando a que alguien le dé el tiro de gracia. Ese día ha llegado hoy, al no encontrar quién asuma esa deuda y parece ser que la empresa entrará en concurso de acreedores. Muy mala noticia para sus trabajadores.
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