El porqué

Cuando acabé la universidad y empecé a tener un salario mensual, me pregunté, ¿y ahora qué hago con ese dinero?

Si me hubiese fijado lo que hacían mis coetáneos, hubiese sido comprarme un coche nuevo al cabo de 2 años, e hipotecarme al cabo de 5 años. Eran los años del boom económico en España y todo tenía sentido en esa escalada de consumismo y de burbuja inmobiliaria.

Yo fui a contracorriente y nunca me he endeudado. No quiero decir que haya sido más listo que el resto de la gente, porque conozco a varios que han dado el "pelotazo", y supieron obtener cuantiosos beneficios gracias al apalancamiento y a su buen "timing" en la compra-venta de inmuebles. Sin embargo, yo nunca lo vi claro, y por ello no entré en esa espiral hipotecaria.

Así que mi cuenta corriente seguía aumentando, sin saber muy bien qué hacer con ella. Entonces me fijé cómo podía invertir ese dinero, y los mercados de valores (llámase la Bolsa) llamaron mi atención. Como no sabía nada, empecé a preguntar a mis círculos de amistades. Para mi sorpresa, me sorprendió la escasa cultura financiera de la gente, incluso aquellos que tenían títulos universitarios. En el mejor de los casos (o en el peor, según como se mire), la gente compraba los típicos títulos del IBEX 35 (dígase Telefónicas, Santanderes, y BBVAs), y esperar a que la cotización subiese. Visto lo visto, comprendí que si realmente quería aprender qué hacer con mi dinero, tendría que aprender por mí mismo.

Así que empecé a leer muchos libros sobre inversiones. Empezando con los típicos de "Aplique esta fórmula mágica y hágase rico en un par de años", hasta de los economista más afamados como "El Inversor Inteligente" de Benjamin Graham, o "Acciones Ordinarias, Beneficios Extraordinarios" de Philip Fisher.

Al final, llegué a la conclusión que vivir del Trading es muy difícil a no ser que tengas un gran capital para vivir de unas rentabilidades del 5-10% anuales. Es decir, a no ser que tengas 1 millón de Euros para invertir, te será casi imposible vivir del mercado bursátil. Por ello, se debe pensar la inversión financiera como un objetivo que hay que ponerse a largo plazo para aumentar tu patrimonio con el paso del tiempo.

Otra cosa que me quedó clara, es que hay que diversificar el riesgo. Para ello, y después de descartar utilizar Fondos de Inversión, Planes de Pensiones, y demás vehículos de ahorro ofrecidos por entidades financieras debido a su alto coste y baja rentabilidad, decidí utilizar los ETFs. Los ETFs (Exchange Trade Funds) son fondos cotizados que cotizan en los mercados de valores y que replican el comportamiento de índices o cartera de valores.

Entre sus características más salientables, destacan que son muy líquidos, muy fáciles de comprar-vender, bajo coste, y te permiten una gran diversificación para los que no tenemos un gran capital. Hay mucha información sobre los ETFs, así que aliento a que uno investigue por su propia cuenta si los desconoce.

Con capital mínimo, los ETFs me permiten tener una gran diversificación y no depender de los alti-bajos de acciones de Telefónicas o del Santander. Es decir, tengo un riesgo más distribuído. De la misma forma, también me puedo centrar en los ETFs de mercados europeos, americanos, o mundiales.

Dicho todo esto, considero los ETFs el mejor vehículo para hacer inversiones a largo plazo y con una cartera diversificada. De esta forma, espero ver mi patrimonio aumente progresivamente con el paso del tiempo sin tener que afrontar una hipoteca, gastar el dinero en cosas inútiles, y disponer de una independencia económica que creo que muchos invidian.

Ahora utlizo ese conocimiento adquirido para escribir este blog sobre los temas que más me interesan, y poner sobre "un papel" los pensamientos que considero interesante compartir.

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